Hoy no, no habrá recetas dulces ni fotos sexys de bollitos recién horneados, humeantes y tiernos. El post de hoy es uno de esos que no gusta escribir porque sabes que puede hacer daño y nos encanta ser positivos pero críticos.
Para celebrar el primer post de esta serie queremos compartir con vosotros -¡oh nuestro pequeño pero bien avenido puñado de lectores!- nuestro almuerzo del pasado domingo. Porque como buenos domingueros y disciplinados votantes, decidimos que era buena idea colgar el mandil en casa y probar suerte con un italiano tras la fiesta de la democracia.
El restaurante italiano «La Mafia» está construido sobre los restos del antiguo cine Cervantes y estratégicamente ubicado a escasos metros de la Catedral. Apenas lleva entre nosotros un par de años en los cuales nuestro único intento por acudir a comer espontáneamente y sin reserva, fue fracaso absoluto. Supongo que la novedad nos pudo. Tratamos de poner cara de pena, pero Mariades es de ceño inexpresivo y no le salió. Eso arruinó nuestra ya de por sí débil credibilidad y tuvimos que volvernos con el estómago vacío.